miércoles, 2 de septiembre de 2009

MASCULINO EN ALTA MAR

La anatomía de los piratas de corazones es lánguida y algo sutil. Se acercan, ellos se acercan y vuelven hacia detrás, contándose los dedos de una mano murmurando canciones infantiles. En la otra, el frío garfio metálico desgarra los tejidos en las gargantas de la inocencia de sus víctimas.
El capitán de aquel navío tensaba sus brazos al dirigir el timón. Yo veía sus venas surgidas a través de unas olas bravías. Era pálida su alma y los huesos de su mandíbula rechinaban cada vez que la bruma le impedía vislumbrar el horizonte de sus reflexiones.
Donde manda patrón, no manda marinero…pero al decir el dicho, las palabras se deshacen en la saliva de un duende etéreo…Azul, azul…cristalina espuma…sal y pimienta de un guiso de esfuerzos. El perfume de las lapas, primas de los berberechos de Joyce, invade el ambiente y ciega la vista de los remeros.
El sol envenena los sentidos y abre la carne del que expone sus penas tirando de las velas, quieto, como el caracol. Por la cubierta, sólo caminan las sombras. Solitarias y cosidas con un pespunte de Peter-Pan-resignation, a todos sus dueños.
La mar es quien manda y sólo el influjo del reloj de arena establece un cronograma de mareas guiado por la luna llena. La mar y su biorritmo de mujer en edad fértil. Dios, guarda a las aguas del influjo del ídolo de Tara...no te imaginas cómo puede ser de embarazoso el destino...
Acúnalos, mar (mer). Acúnalos mientras las olas te lo permitan.
Al final, su ritmo femenino dirige las orquestas de pescadores y marinos. Ellos le lanzan sus redes y la mar, generosa y desprendida, se recoge los cabellos y les prepara el banquete de peces dorados con la maestría del mejor chef. Alta cocina y de fondo, un buen caldo de Chopin.
Tranquilos, yo cuido de todos… Siempre alimentaré al marino y provocaré los celos de las aguas que se enraízan en tierra firme. Siempre meceré a los insomnes y mis sirenas cantarán al son de los rayos crepusculares. Siempre permaneceré alerta y cuidaré de los piratas olvidados en vuestra memoria.
Y si algún día los hombres necesitáis echar tierra de por medio, ya sabéis…siempre nos quedará París....y siempre nos quedarán los volcanes marinos, que generarán islas en las que os sentiréis seguros al poner los pies en tierra firme…aunque…miréis donde miréis…el horizonte siempre os regalará la imagen de la inmensidad de la mar.

1 comentario:

Amparo dijo...

Hola Mer, enhorabuena por tus blos, me encanta asistir a este estreno, la calidez de tus letras, el colorido tan bonito del blog, me encanta este lugar lleno de calidad y tantas cosas.

Besitos guapa