domingo, 27 de septiembre de 2009

UNA ORQUÍDEA...SALVAJEMENTE LEONA... Capítulo I





Una brisa suave refrescaba la noche. Ella le esperaba impaciente, vislumbrando desde el balcón cómo los árboles entraban en una frenética danza crepuscular. Él llegó, con unos ojos firmes, una sonrisa cautivadora y una botella de vino blanco en sus manos.


Era la primera vez que se veían en persona. Era la primera vez que estarían uno frente a otro, como dos leones cautivados por el embrujo selvático de las noches de verano.

Se sentaron. Todo estaba en calma y se sentían las burbujas de silencio, ascenciendo hacia el blanco del techo del salón.

-¿Cena y poesía o poesía y cena?...- dijo él, con unos labios de seda resbalando con sus ojos el rostro de ella...

Poesía. Ella hizo que los dos se sentasen en un cómodo sofá, con una luz ténue de fondo que los trasladó al escenario de los sentidos.

-Léeme tu poema-le dijo, mientras hundía su nunca en mullido sillón, y cerraba sus ojos con la mueca dulce del presentimiento del placer cercano. Ella le miró y comenzó a recitar el poema...






Viento, viento...Tras leerlo dos veces, los labios se unieron en un fugaz momento lleno de una mezcla de inocencia y atrevimiento, agitación e impaciencia, dulzura y deseo, agua y sed de calor...

En el instante previo a la pasión desenfrenada, sus ojos se encuentran. Ellos ven en la pupila del otro el reflejo felino tan familiar y tan extraño de encontrar. Mientras los labios se exploran, el vacío se agita en un remolino de aguas profundas, aromático. La habitación se inunda del perfume reservado para caminar por la selva esmeralda. Las notas de rosa y azul crean el epicentro del huracán... y entre susurros agitados, se respira el aroma de una orquídea, salvajemente leona...




(Continuará... ;-))


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